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Un doble protagonismo dio nacimiento a una obra educacional con proyecciones luminosas. Dos grandes amores se conjugaron para plasmar una bella realidad: el ejemplar y celoso Párroco de la ciudad de Venado Tuerto, Mons. Eduardo D. RODRÍGUEZ, y el inolvidable Hermano VALERO. Ambos fueron los protagonistas de la fundación del colegio Sagrado Corazón.

Es cierto que anteriores Párrocos de la feligresía venadense, acariciaron la idea de un colegio orientado por religiosos, pero, debido a imponderables, sus nobles propósitos se esfumaron. Tal el anhelo del querido y recordado Padre MAXWELL.

Los primeros pasos

El P. Eduardo Daniel RODRÍGUEZ tomaba posesión del curato de Venado Tuerto, dejado vacante por el P. MAXWELL, destinado al frente del seminario de Santa Fe.

El nuevo Párroco traía en su mente, la ilusión de incrementar el acervo cristiano de la parroquia en un triple aspecto: material, cultural y religioso. Y nada mejor para eso que comenzar por lo que es el porvenir, la esperanza de la Patria y de la Iglesia: la juventud.

¿Qué chispa inició la hoguera? Para enseñanza de las generaciones futuras, digamos que esa "chispita" la originó el corazón bueno, noble y cristiano de don Eliseo MARTÍN.

Don Eliseo venía a Venado Tuerto procedente de España. En la travesía, trabó amistad con dos religiosos que viajaban en el mismo barco. Uno, español, el querido Hno. CIRIACO y el otro, francés, español por adopción debido a los muchos años que había vivido en aquella nación, nos referimos al Hno. VALERO. Los dos llegaban a las playas uruguayas para fundar un Colegio de los Hermanos, el primero en tierras sudamericanas.

Como el P. Eduardo expusiera alguna de sus metas a los fieles parroquianos, don Eliseo contó al Padre Párroco su encuentro providencial con esos dos Hermanos.

La idea sería ofrecer a los Hermanos el establecerse en Venado Tuerto al frente de una escuela para varones.
El Círculo Católico de Obreros era dueño de un hermoso solar en la calle Mitre. Pero, ¿de dónde vendría el dinero para edificar? Y los mismos Hermanos, ¿tendrían recursos para lanzarse en esa aventura sin conocer lo que podía darse en la tierra venadense?

Es así como el P. Eduardo, por propia iniciativa, escribió una carta al Hno. Valero a Temperley (Pcia. de Buenos Aires) donde los Hermanos acababan de establecer un centro como el que él ambicionaba para sus jóvenes feligreses.

A raíz de ello, un buen día, en el tren que llegaba a Venado Tuerto al filo de las dos de la tarde, un humilde religioso llamaba las puertas de la casa parroquial. Era el Hno. VALERO para dar respuesta a la carta recibida.

Las proposiciones y perspectivas no debieron ser muy halagüeñas ya que al regresar a Temperley el buen Hno. VALERO no se mostraba optimista.

El P. Eduardo, volvió a la carga esperanzado, y envía una nueva misiva al Hno. VALERO portadora de algún atisbo de arreglo a satisfacción de las partes.

El Hno. Valero acude a la cita. Nuevas conversaciones, esta vez más optimistas. Como era obra de Dios y fruto del celo apostólico de un grupo de buenos cristianos, tenía que tener éxito.

Se llegó a un principio de acuerdo. El Círculo ofrecía un terreno, el ya citado, siempre y cuando la comunidad asumiera la construcción. Además, se solicitaba que, a perpetuidad, los socios del Círculo pudieran enviar sus hijos al Colegio en calidad de becados.

Estas condiciones fueron afinándose hasta llegar a una mutua conformidad. La comunidad de los Hermanos rechazaba el ofrecimiento del terreno y las condiciones con las que se ofrecía. En cambio, aceptaría, para favorecer a los miembros del Círculo Católico de Obreros, la concesión del 50% de rebaja en las cuotas de sus hijos.

Conclusión: los Hermanos fundarían un colegio en la ciudad de VENADO TUERTO. Comenzaría a funcionar desde el mes de marzo del año 1934.

Éste es, ni más ni menos, el origen de nuestro querido colegio que, en homenaje a los Hermanos, llevará el nombre de su Congregación: "SAGRADO CORAZÓN".

Las puertas se abren el día 6 de marzo de 1934. Cinco religiosos fueron sus fundadores: los Hermanos VENANCIO, GONZALO, JACINTO, MARCOS y CIRILO. A ellos se unirá días más tarde, ya iniciado el curso, el Hno. JOSÉ LUIS.

Digamos algo sobre su director, el Hno. VENANCIO. Oriundo de Francia, había permanecido en España durante treinta años. Era todo un santo religioso. Su porte, dignísimo, sus modales cultos, su cultura amplia; dominaba los idiomas francés e inglés. Además, la contabilidad no tenía secretos para él. Era el hombre adecuado: mayor, con el encanto de la paz; de paso lento, de ver las cosas con calma y con amor. Más tarde, ya entrado en años, gozará regresando a VENADO TUERTO y entregará allí su preciosa alma al Señor (30 de septiembre de 1951) y aquí descansan sus restos.