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Coco

19/Mar/2018

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Pixar lo hizo otra vez. Más allá del escenario, en el que se muestra una tradicional fiesta mexicana en la que se celebra el Día de los Muertos, la película nominada al Oscar, «Coco», deja un mensaje muy claro que vale la pena rescatar: la familia primero.

La trama es medio extraña: Miguel es un niño mexicano con una historia familiar bastante difícil: Su tatarabuelo dejó a su mujer e hija para perseguir su sueño de convertirse en un músico reconocido. Su tatarabuela, dolida por el abandono, aprendió a hacer zapatos y así se sostuvo a ella y a su hija, a quién le legó el negocio y así sucesivamente. Debido a las acciones del tatarabuelo, la música no estaba permitida en la familia Rivera. Pero Miguel tiene una clara inclinación hacia ella. ¿Serán compatibles la vocación del pequeño y la postura de la familia? Conviene mirar la película para averiguralo ????

 

Cabe hacer también hacer un pequeño disclaimer sobre “el mundo de los muertos” que aparece en el film, que si bien está ligado a la Fiesta de los Difuntos, no refleja lo que profesa nuestra fe sobre lo que sucede después de la muerte (es una aclaración que debemos hacer sobretodo a los niños).

Por ahora, estos son los puntos que se pueden rescatar después de haberla visto:

 

1. La familia. No puedes sin ella, pero no puedes con ella

¿Nunca renegaste de esto o aquello que no te gusta de tu familia? Papá es muy rígido, mamá es estricta, etc. Todos los familiares tienen algo que nos gustaría que cambien, nunca es suficiente. Pasamos la vida mirando los ideales de familia que queremos en vez de construir puertas adentro ese modelo que consideramos perfecto. A la familia Rivera le pasa algo parecido. Todos están muy concentrados en lo que ellos quieren para los demás, no en lo que los demás aspiran para sí mismos. Hay veces que conviene, antes de dar, preguntar qué se necesita. Porque no siempre el de al lado va a querer ese consejo que tienes para dar. Hay veces que, lo que el otro necesita, es tu silencio, para que lo escuches y atesores eso que le pasa. Para que lo acompañes en su pesar, le hagas de cireneo. Es verdad que hay veces que la familia nos frena, que nos pone trabas. Pero hay que entender una verdad: si reniegas de tu pasado, no vas a poder construir un futuro próspero. Uno elige como tomarse a su familia, no sirve de nada echar culpas, la responsabilidad recae en uno.

2. La historia familiar, un tesoro que se pierde

Otro valor familiar que se puede rescatar es la memoria de los difuntos. Honrar a los padres de nuestros padres, contándoles a nuestros hijos de sus historias, todo eso que los hizo especiales. El inmortalizar a los antepasados en la memoria es algo que se está dejando de lado. Vale la pena recuperar este sentido de reverencia hacia nuestra historia familiar, así como el valor de nuestros abuelos. Pregúntale a tus abuelos o padres sobre cómo era la familia tiempo atrás.

3. ¿Vale hacer lo que sea para llegar a donde quiero ir?

Aviso: ¡si todavía no viste la película, te conviene no leer este punto!

Ernesto De La Cruz es, en la película, el “músico más importante de todos los tiempos”. Habiendo actuado en diferentes películas y grabado incontables cantidades de discos, muere, legándole al pueblo un extenso repertorio. Avanzada la película, uno descubre que el camino de De La Cruz no fue uno muy pulcro. Cortando esquinas y traicionando amistades, Ernesto hizo todo lo que consideró necesario para alcanzar ese título que tanto ostentó. Esa noción maquiavélica del funcionamiento del mundo es una que no podemos aceptar. El fin no justifica a los medios. No se puede dejar de lado la caridad para lograr un objetivo. Si la manera de hacer las cosas se opone a nuestra santidad, entonces se deduce que no es lo que Dios quiere para nosotros. ¡No hay que forzar las situaciones!

4. Aceptación: un remedio a muchos males

Algo que le costaba a toda la familia Rivera: aceptar la diferencia de Miguelito en contraste al modelo familiar. Todos eran zapateros. Él quería ser músico. Una vez que todos en la casa son conscientes de que la vocación personal de Miguel es tan positiva como la de ellos que hacen zapatos, la casa se llena de alegría. Es tarea de cada integrante, no solo responder a su vocación personal, sino también acompañar a los que lo rodean a encontrar su llamado y ayudarlo (en la manera en la que el otro lo necesite) a responder a ese llamado.

FUENTE:www.catholic-link.com


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